¡Vivas nos queremos!

A los 11 años un tipo me dice que “me trae antojo”. A los 15 años un tipo sigue llamándome por teléfono aunque le he rogado que deje de hacerlo y amenaza con ir a mi casa aunque yo insista que no quiero verlo, una, otra, otra, otra, otra, otra vez.

Un tipo me grita desde la barda que delimita la universidad que quiere ver por-donde-hago-pipi mientras me dirijo del salón de clases al metro. Un tipo se me arrima en un vagón del metro. Un taxista me pregunta “por qué tan solita”, otro hace lo mismo, otro hace lo mismo.

Un tipo desconocido me agarra una nalga en la feria del pueblo. Un tipo se acerca amable, me invita a salir, meses después me convence de que viva con él, semanas después me encierra so pretexto de que no me pase nada malo, me grita, me insulta, me golpea.

Un tipo me saca a bailar en la fiesta del instituto y borracho se acerca demasiado a mi haciéndome sentir incómoda, no se retira aunque yo intento zafarme; otro tipo hace lo mismo; “así es él” me dice otro tipo al que se lo cuento.

A los 20 años un tipo sigue llamándome por teléfono aunque le he rogado que deje de hacerlo y amenaza con ir a mi casa aunque yo insista que no quiero verlo una, otra, otra, otra, otra vez. Un tipo me dice frente a los invitados que si le hubiera contado que cocinaba bien no me hubiera hecho tantas preguntas en el examen… de titulación del doctorado. Un tipo se acerca amable, salgo con él, meses después borracho me grita, me insulta.

¡ESTOY HARTA! Estoy harta y no puedo más, porque ahora tengo miedo de la calle, del teléfono, de la gente, de la humillación pública, del dolor físico, del dolor emocional.

No puedo más porque todo esto pasa mientras mis opiniones se escuchan pero no se toman en cuenta, mientras a mi alrededor señores con bigote “ayudan” a jóvenes estudiantes vulnerables haciéndolas sus queridas, mientras mis amigas son molestadas en las fiestas por los mismos tipos, mientras mis compañeras son acosadas por sus jefes y profesores, mientras la televisión muestra mujeres totalmente sumisas ante los tipos que conducen los programas, mientras sube el número de feminicidios.

Estoy harta y no puedo más porque no hay descanso, porque son ya para mi décadas de esto y más, porque no hay sitio seguro, la casa no, la calle no, la escuela no, el trabajo no, la televisión no, el cine no, la música no. Estoy harta, y no hay nadie ni nada que me ayude a des-hartarme, porque si digo todo esto soy feminazi, exagero, “algo he de querer”.

No he tenido mala suerte, la mía es la historia de todas las mujeres estudiantes y trabajadoras del país. La mía es una historia de las millones de historias parecidas de mujeres de México. La mía es incluso una historia menos dolorosa que el promedio de las historias. ¿Por qué tengo miedo? ¿Qué es lo peor que me puede pasar? Lo que le ha pasado a miles de mujeres mexicanas que han sido asesinadas en sus casas, a miles que han sido asesinadas en las calles.

Somos tantas en peligro y sin embargo qué sola me siento cuando pienso en mi historia. Saldría junto con miles más a gritarla, saldría a la calle con miles más a gritarle al tipo que me deje en paz, que no me toque más, que no me vea más, que no me humille más. Saldría a la calle con miles más a gritarle que me deje estudiar, que me deje trabajar, que me deje dormir, que me deje soñar, que me deje militar, que me deje amar, que me deje vivir.

Y miles en la calle haríamos que el tipo nos dejara vivir en paz. Vivas nos queremos.

Este domingo 24 de abril se llevará a cabo una movilización nacional contra las violencias machistas. Puedes encontrar más información y ver los puntos de reunión y recorridos en la página de facebook “Vivas nos queremos #24A Mx”.