Vida de Arturo Campos [1]: infancia y las primeras luchas

Publicamos la primera parte de la autobiografía que Arturo Campos escribió y le entregó a una comitiva del Partido Obrero Socialista y del Freedom Socialist Party de EE.UU., en la cárcel de Ayutla de los Libres. El texto original consta de 12 cuartillas. El día de hoy publicamos la primera mitad: su infancia y las primeras luchas en las que tomó parte, hasta los inicios de la Policía Comunitaria en Ayutla. Arturo Campos lleva cerca de tres años en prisión, tras dirigir a la comunitaria en su región. Tras la liberación de Nestora Salgado, es más importante que nunca seguir luchando por los presos que siguen tras las rejas.

Infancia

Nací en la comunidad de San Felipe, Municipio de Ayutla de los Libres, Guerrero, en un domingo 23 de diciembre de 1970. Mi padre se llamaba Cirilo Campos y era hablante tu un savi (mixteco), lo mismo que mi madre. Mi padre sólo hablaba tu un savi y mi madre hablaba un poco el castellano.
Me quedé huérfano muy pequeño, mi padre fue asesinado. Antes esto no era raro en mi lugar de origen. Muchos niños padecían estos tormentos, y digo tormentos porque lo sufrí en carne propia. Comíamos cuando hay, no conocíamos huaraches, mucho menos zapatos, logramos sobrevivir con la ayuda de Dios.

En estos años empezaron las clases, había muchos niños pero no habían escuelas. Nadie sabía leer, mucho  menos escribir. Me acuerdo que una o dos personas hablaban el castellano, las casas estaban dispersas, las mujeres tenían miedo a los que hablaban esa lengua, o sea a los mestizos.  Cuando llegaban los comerciantes, compradores de marranos, las mujeres adultas, niñas, muchachas y niños huían al monte por miedo, así cuando subía el Ejército a nuestra zona las mujeres se espantaban y muchas veces eran abusadas sexualmente, adultas, muchachas y hasta niñas, estos hechos nunca fueron denunciados por miedo y por no hablar la lengua castellana.
En esta fecha ingresé a la primaria, creo que yo tenía entre 9 o 10 años. Casi , casi como la historia que se cuenta de Don Benito Juárez, según lo que se dice en los libros de texto, nada más que yo no cuidé los chivos, porque mi familia estaba más jodida.

Con muchos esfuerzos mi mamá me compraba cuadernos de 20 hojas y lápiz. Terminé mi primaria en el pueblo, de ahí entré a la secundaria en la ciudad de Ayutla. La concluí con mucho esfuerzo, la distancia de mi pueblo a Ayutla era de 45 km que caminaba a patín, porque quería estudiar. De ahí ingresé a un Colegio de Bachilleres en el municipio de Teconoapa, pero se me complicó más (continuar) por falta de recursos económicos y no lo pude concluir.

Me dio mucho coraje y a la vez tristeza conmigo mismo porque sabía que mi mamá no tenía manera para apoyarme, se me cerró el camino o se me apagó la luz. Me fui de mi pueblo sin un rumbo fijo, sin una meta, abandoné a mi familia entre 7 y 8 años. Recorrí varios estados de la República hasta que un día decidí regresar como el hijo pródigo, nada mas que a mí no me dieron ninguna fortuna cuando me fui…

Vuelta

Ya en mi pueblo San Felipe (antes Trapiche Viejo) retomé como todos la siembra del maíz, frijol, jamaica, caña de azúcar y otros productos que se dan en ese lugar. Entonces, ya era 1995 y estaba caliente todavía el movimiento en Chiapas del EZLN.

Con el gobierno ya establecido, un año después me eligieron para apoyar al comisario como secretario (máxima autoridad del pueblo). Si no mal recuerdo ya era el año de 1996 o 1997, entonces empecé a participar más seguido en la Asamblea del Pueblo, agarrándole el sabor a las discusiones en las pláticas de los participantes.

Si hubiera estudiado más, con una profesión, quién sabe si estuviera aquí, quién sabe si pensaría lo que hoy pienso, quién sabe si hubiera hecho lo que he hecho. Muchos de los que estudian se vuelen profesionistas, pero también se vuelven individualistas, trabajan para ellos, piensan en ellos y todo gira sobre el dinero. Yo he tratado de defender lo colectivo durante más de 20 años de mi vida, he trabajado con los pueblos y no me arrepiento. Si Dios me da la vida pienso seguir en el mismo camino.

En 1997 un párroco de nombre Inocencio Silveiro Maura (Te Savi), mixteco hasta las chanclas, me invitó a asistir a un taller de derechos humanos que se llevaría a cabo en la Comunidad de la Concordia, que queda a 8 ó 9 km a pata de mi pueblo. En este lugar todos eran catequistas menos yo, asistí todas las fechas que se realizó el taller. Al último fui uno de los sobresalientes. Generé un compromiso con las comunidades y el párroco, así que tuve que recorrer todas las comunidades para llevar este conocimiento que adquirimos junto con otro compañero de nombre Jorge de la comunidad de Ahuacochahua.

Tuvimos que caminar a veces hasta 12 horas para poder llegar a un pueblo. Esto lo hacíamos cada 8 días, siempre en Domingo, pero no se confundan con el programa del Canal de las Estrellas de Televisa, nosotros utilizábamos ese día porque nuestras comunidades son muy católicas y solamente los domingos todos descansan. Aunque yo aclaro que no soy muy católico, aunque fui bautizado, pero les cuento que cuando realizábamos este taller varias veces me pusieron a realizar la lectura en la Celebración y lo hice. Estos pueblos cuando te invitan no los puedes rechazar. Si tengo más oportunidad les seguiré contando con detalles por qué.

Así como les voy contando, lo realizábamos siempre en domingo, había pueblos que no se podía de día, entonces lo hacíamos en la noche con velas o candiles o a veces ocotes.

La masacre

En 1998 un día domingo 7 de junio, varios ciudadanos de diferentes comunidades se encontraban dormidos después de una reunión realizada al día anterior en la comunidad del Charco. Fueron confundidos y masacrados a manos del Ejército Mexicano comandado por el General Alfredo Oropeza Garnica, confundiéndolos con el Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI),. Resultando 11 muertos: un estudiante de la UNAM y 10 campesinos mixtecos, y varios detenidos.
En nuestro territorio indígena, ya existía una organización de nombre “Organización Independiente de Pueblos Mixtecos y Tlapanecos (OIPMT), dirigida por el profesor finado Benito Narciso Morales.
Según las comunidades el Profe les falló, los pueblos estaban molestos y lastimados por el caso del Charco. Se quisieron manifestar y según se cuenta el profe no les permitió. Ángel Aguirre era el gobernador interino en esa fecha, y llegó al municipio de Ayutla a ofrecer obras y proyectos productivos a los 8 días de la masacre.

Por este hecho en un Congreso de la Organización fueron destituidos todos sus dirigentes. En el congreso votaron por mí para que yo ocupara el lugar del Profesor, y también llegaron otros compañeros (nuevos) a la estructura de la organización. Entre ellos estaban varios compañeros hoy también detenidos por el mismo proceso que yo, y que también espero que pronto puedan recuperar su libertad.

Con la estructura y los 45 pueblos que pertenecían a la organización empezamos a exigir la libertad de los presos por el caso del Charco. Nos acompañaron muchas organizaciones sociales y de derechos humanos en este camino de lucha, logrando con mucho esfuerzo la libertad de todos ellos.

En 1998 también empezamos la lucha contra la secretaría de Salud del Estado, a cargo del actual Secretario de Salud Peña Pinto, por las esterilizaciones forzadas realizadas en contra de este mismo municipio, más exactamente, en contra de varios hombres. Esta no la ganamos en su totalidad. Logramos algunas cosas y nos engañaron con apoyos para estos compañeros.

En el 2002 como coordinador de las OIPMT denunciamos la violación de 2 mujeres indígenas tlapanecas, una del municipio de Acatepec y otra del municipio de Ayutla. Con la ayuda del centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, este hecho trascendió a nivel internacional.

Los inicios de la comunitaria

En el 2002 a 2003 tratamos de organizar la Policía Comunitaria con el apoyo de un profesor de nombre Samuel Calderón Moreno, un personaje que yo y muchas personas admiran aquí en Ayutla. Hicimos un cuestionario que mandamos a todas las comunidades de la zona mixteca, preguntándoles qué tipo de delitos se dan más frecuentemente en sus pueblos. No pudimos avanzar, pero varios compañeros y yo seguíamos haciendo los aniversarios de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias – Policía Comunitaria en el Municipio de San Luis Acatlán y en Malinaltepec.

Soñábamos tener esta Policía en nuestra zona, porque para entonces teníamos mucha inseguridad en todas nuestras comunidades. Sufríamos asaltos, robos, abigeato, asesinato y hasta violación sexual en contra de nuestras mujeres. Era ya insoportable la situación. Las autoridades no entendían nuestras peticiones, cuando hablábamos con el Presidente Municipal nos decía que sus policías no podían subir, porque no tenían para la gasolina, y cuando lograban detener a algunos delincuentes en 48 horas, como mucho, los veíamos en la calle otra vez.