El escribano de Ulises Ruiz Ortiz

Empezó a circular un libro mandado a hacer por Ulises Ruiz Ortiz (URO), gobernador de Oaxaca de 2004 a 2010. Se llama “Gobernar Oaxaca”, de Cipriano Flores Cruz, quien ha sido acusado de robar 54 millones de pesos cuando fue empleado de URO. Me centraré en el libro. Como se sabe, URO reprimió son sangre un levantamiento popular ocurrido en el estado sureño en 2006.

A mi juicio, el libro seguramente fue pagado por el ex gobernador. Se suma así a ese género de textos, como el escrito por el comandante sandinista Tomás Borge sobre Salinas de Gortari, cuyo objetivo principal es adular. En esta tarea Cipriano Flores Cruz se lleva primeros lugares: la zalamería que destila es inagotable.

Dice sobre URO:

Buscó “gobernar, no dominar”

p. 46

-Concibe “la política como servicio”, pues “para el servicio a los ciudadanos no hay descanso, no hay días hábiles, sólo hay compromisos…”

p. 48

Es un indígena: “Ulises, el mixteco de Chalcatongo….”

p. 48

Con “carácter desenfadado, abierto, ligero y sencillo”

p. 49

Es un continuador y un heredero de la obra de Benito Juárez

p. 49

“Responsable ante el pueblo y ante nadie más”

p. 54

Liberador de 10 mil presos indígenas

p. 55

Su “gran reto fue el pueblo, el motivo fundamental de su administración fue que tuviera los recursos e iniciativa para su progreso y desarrollo con un facilitador: el gobierno.”

p. 59

“Los resultados gubernamentales de Ulises fueron satisfactorios…”

p. 59

Su gobierno “operó entre la libertad y la seguridad.” (¡!)

p. 89

“Voltear al pasado y preparar el futuro fue un ejercicio cotidiano de gobierno.”

p. 107

Fue un político contra las prácticas corruptas desde el Estado hacia las organizaciones sociales

p. 108

Fue un pionero de la transparencia administrativa

Fue un gobernante que dejó huella combatiendo la pobreza, por impulsar la educación media superior y superior, por construir hospitales, por remodelar el Centro Histórico y convertirlo “para siempre en el modelo de ciudades europeas tales como Florencia e Italia” [en serio así dice].

p. 112

“Instrumentó los programas de lucha a favor de la igualdad”

p. 113

Y muchos elogios más que ya me cansé de transcribir…

Ahora bien, ¿qué dice el libro de Cipriano sobre la semi-insurrección de 2006?, ¿qué le dijo URO sobre los 26 activistas asesinados?, ¿sobre los cientos de detenciones ilegales, los torturados, los golpeados, maltratados, etcétera? Estas preguntas están ausentes en las 280 páginas del libro.

A la corrupción moral del autor debe añadirse la falta de honradez intelectual. Cipriano da a entender que él es el primero en denominar como “bonapartista” al régimen político del PRI. Hombre culto en teoría política, él sabe que León Trotsky fue el primero que utilizó este concepto, cuando vivió en México, para caracterizar al régimen encabezado por Lázaro Cárdenas. Pero eso sería lo de menos porque lo grave es que Cipriano tergiversa en beneficio de URO el término bonapartismo acuñado por Marx. Al inventar que el sexenio de URO estuvo “por encima de las clases sociales”, Cipriano concluye que URO no encabezó un gobierno de los empresarios y caciques oaxaqueños sino que fué un árbitro entre estos y el pueblo. Más aún: según Cipriano, URO no fue meramente imparcial sino que gobernó decididamente a favor de los indígenas. Aunque URO fue “poco democrático” no fue autoritario: fue “benevolente”, paternalista (p. 99).

En cuanto a las libertades políticas, Cipriano dice que “la existencia de la calumnia [contra URO] es prueba de la existencia del régimen de libertades prevaleciente en el gobierno ulisista…” (p. 126). Llegados a este punto en la lectura de este panfleto, uno ya no sabe si reír o llorar. Por indicar sólo un dato, cuando menos dos periodistas fueron asesinados en 2006: uno de ellos Brad Will, un reportero independiente neoyorquino, y Raúl Marcial Pérez, acribillado por un grupo de pistoleros dentro de las oficinas del diario El Gráfico, del que era columnista.

Datos interesantes

Presencié en el 2006 que el régimen de Fidel Castro envió a algunos de sus principales artistas a festivales organizados por el gobierno oaxaqueño. En ese entonces yo ignoraba que (según Cipriano) de manera personal Fidel había dispuesto colaborar con URO en campañas de alfabetización. Lamentable. De este modo, el apoyo de Fidel al fraudulento gobierno de Salinas de Gortari cuando vino a México en 1988 no fue el último de sus besos al PRI.

En cuanto a los trabajos de la Comisión de la Verdad de Oaxaca (actualmente en funciones, dedicada a investigar las violaciones a los derechos humanos en 2006-7), es poco lo que aporta Cipriano. Su omisión sobre los crímenes de URO se explica porque sin ella es imposible pintar a URO con los colores cálidos que utiliza. Lo interesante es lo que dice sobre la quema del Tribunal Superior de Justicia, en noviembre de 2006, la que aquí atribuye al ex gobernador Murat (sin mencionar su nombre) al decir que así éste destruyó documentación que “dificultara la revisión de la cuenta pública de su gobierno.” Agrega que “existe una grabación (¿en dónde?, ¿cuál?, ¿de quién?) en la que se da la orden de la quema de tal edificio.” En su momento, este crimen le fue achacado por las autoridades y URO a la APPO (Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca, la organizadora del levantamiento popular de 2006-7).

Epílogo

Decía mi crítico de cine de cabecera que hasta las más malas películas tienen cinco minutos buenos. El “epílogo” es una crítica correcta a la sección 22, especialmente a sus dirigentes.