Vida por hectáreas–Alfonso Cruz Cruz

La mañana del jueves siete de febrero del 2008, Alfonso Cruz Cruz se dirigió a la redacción del Real de Chimalhuacán, ubicada en la colonia Benito Juárez de Nezahualcóyotl, para recoger a su padre: Bonifacio Cruz Santiago, director de la pequeña publicación de ocho hojas que se repartían gratuitamente cada 15 días. El Real difundía información oficial del gobierno del Estado de México y de los ayuntamientos del oriente de la entidad. Y en la última edición, la del 31 de enero, la editorial hablaba del creciente problema de tierras en Chimalhuacán. El municipio había crecido de forma caótica. Diversas viviendas y negocios irregulares se asentaron por doquier. El líder sindical Raymundo Olivares Díaz estaba señalado por una serie de irregularidades en el uso de más de 500 hectáreas y acusado de manejo fraudulento de fondos. Y Alfonso había dado seguimiento a la noticia, indagando con oficio periodístico y sin meterse en ningún problema.

Esa mañana abordó su camioneta verde Grand Caravan para entrevistar al señor Olivares. En el camino Alfonso y su padre se encontraron a dos empleados del ayuntamiento que los conocían: Guillermo Ríos Pérez y Ubaldo García Sandoval, y como iban hacía el mismo lugar subieron al vehículo. En la calle Obreros, del barrio de Xochiaca, un Chevy plateado se estacionaba cerca del número cinco con cuatro jóvenes de unos veinte años a bordo. En el número 5 vivía el síndico Raymundo Olivares, y los vecinos habían visto tres días seguidos el mismo Chevy estacionado en un callejón cercano.

Del coche se bajaron tres de los cuatro jóvenes.

Eran las 9.45h cuando la camioneta verde de Alfonso llegó a la casa de la familia Olivares. No era su primera visita. Durante varios días, había ido en busca de una entrevista. Las respuestas eran siempre las mismas; “Raymundo no está”, “Raymundo no puede atenderlos”. Y ese día, de nuevo, Alfonso apagó el motor del vehículo, quitó las llaves y se disponía a bajar cuando escuchó a alguien gritar su nombre; “¡Raymundo, Raymundo!”. Eran los tres jóvenes que se encaminaban hacia la camioneta con pistolas de calibre 9 mm.

Dispararon a quemarropa.

Alfonso recibió siete balazos. Cinco en el cuerpo y dos en la cabeza. Murió al instante. Su cadáver quedó en la banqueta del lado del piloto. Tenía 40 años.

Los dos empleados del ayuntamiento que lo acompañaban alcanzaron a correr pero resultaron heridos -si bien ninguno de gravedad.

El padre de Alfonso, Bonifacio Cruz, murió en un hospital. Tenía 66 años.

Y los agresores se fueron a pie hasta donde estaba su coche y huyeron.

Dicen los que lo conocieron que Alfonso Cruz era un tipo bajito, un poco robusto y con un oficio natural por ser reportero. Llevaba veinticinco años trabajando en el Real. Y aquella mañana había salido de casa diciendo que iba a un asunto de terrenos. Tras el atentado, decenas de personas rodearon la escena e identificaron el cadáver. Su presencia en la comunidad era reconocida y eso causó consternación.

La Procuraduría General de Justicia del Estado de México [PGJEM] tomó el caso y dijo que los asesinatos habían sido un accidente. Una confusión, dijeron. Familiares y periodistas amigos de Alfonso descalificaron aquella resolución. Gente cercana y pequeños medios de la zona mostraron indignación cuando el coordinador estatal de prensa de la Zona Oriente, Gustavo del Río, insinuó que los asesinatos eran resultado de actos corruptos de los fallecidos.

La PGJEM asignó un grupo de escoltas al síndico Raymundo Olivares Díaz.

Grupos de periodistas iniciaron una colecta para la manutención de los cuatro hijos de Alfonso.

También se escribió una carta abierta al presidente Felipe Calderón pidiendo justicia.

El documento fue firmado por más de 100 personas e instituciones.

Los hechos de los asesinatos quedaron asentados en la Averiguación Previa CHIM/I/638/08, por el delito de homicidio y lesiones contra quien resultara responsable. Semanas después se cerró sin ningún detenido. El 3 de junio del 2009, casi un año y medio después, el sindicalista Raymundo Olivares Díaz fue asesinado en el mismo lugar en el que había muerto Alfonso Cruz.

Una bala le atravesó la cabeza.


Hemos decidido compartir cada semana una biografía distinta de cada periodista asesinado. Estamos convencidos de que la lucha socialista en México implica la búsqueda de justicia…y para que ésta última sea posible debemos luchar contra el olvido. Aunque la prioridad de 30-30 es la publicación de textos originales, haremos una excepción con esta serie de biografías, las cuales consideramos como un material valioso poco conocido dentro de la izquierda radical mexicana.